Slow living, el movimiento que busca una vida más lenta y sencilla

Contra el ritmo de vida actual, frenético y ajetreado, el cuerpo pide calma y tiempo. De ahí surge el slow living.

Detenerse, observar, escuchar, respirar profundo, saborear el momento, disfrutar de lo que te rodea… esto es lo que le hace falta a nuestra vida tan ajetreada.

El slow living es un movimiento que convirtió estos momentos de calma en un estilo de vida, que cada vez más personas siguen en todo el mundo. Personas que antes llevaban un ritmo de vida frenético, sin pausas ni calma. El slow living nos devuelve a las tradiciones que hemos ido perdiendo las nuevas generaciones por todos los nuevos avances y modelos de vida, además de conectarnos con nosotros mismos y con la naturaleza.

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Este movimiento proviene de otro anterior, el slow food. Este surgió en Italia en 1986, que buscaba un ritmo más lento y consciente en cuanto a la alimentación tras la entrada en el país de las grandes cadenas de comida rápida como McDonald’s. A este movimiento de la «comida lenta» se le fueron uniendo otros aspectos de la vida, que cada vez se volvían más ajetreados, lo que se convirtió en el slow living.

El slow living propone un consumo sin impacto, preferentemente orgánico, local y no procesado. Defendiendo las tradiciones, la cultura y el producto de cercanía y a pequeña escala. Consiste en valorar los momentos cotidianos, escuchar tu música favorita o leer un buen libro. La tecnología debe ocupar un papel secundario en la vida, y por ello el slow living promueve que hagas más cosas al aire libre. Este estilo de vida también afecta en nuestra salud ya que hace que las personas que lo siguen tomen decisiones más saludables, comiendo más natural.

Os compartimos algunos hábitos del slow living que puedes implementar en tu vida para hacerla más lenta y sencilla…

COME CON CALMA

Siéntate a comer en una mesa o donde quieras, con familia o amigos si puedes, y disfruta de cada bocado, saborealo. Trata de evitar poner la televisión o Netflix en ese rato. Tomate tu tiempo de relax y desconecta del resto.

RALENTIZA EL PASO

Vivimos a paso rápido, vamos corriendo a todas partes y no nos paramos a disfrutar de las vistas. Sal un poco antes, elige un camino más agradable, ve andando o en bici si puedes para disfrutar de la vista, en lugar de ir en metro o en coche. Y si no te queda otra, intenta ir en horas con menos tráfico o menos abarrotadas, y disfruta del rato con un podcast de fondo o un audio libro.

Yo los meses que iba al trabajo en metro en Madrid los disfruté mucho leyendo, incluso llegaba a pasarme las paradas para acabar capítulos.

CULTIVA TU PROPIA COMIDA

Siempre os hablamos de lo mucho que nos gusta a nosotras el huerto, por esa tranquilidad, lentitud y paz que da. Te ayuda a conectar con la naturaleza, a rebajar el paso porque cada cosa tiene sus tiempos, y a disfrutar el momento presente. Si no tienes mucho espacio puedes poner algunas aromáticas en la cocina o unas macetas en el balcón. Cultivar tu comida te hará apreciar aún más lo que comes.

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LEE A DIARIO

Cambia esas horas de Netflix, tele o redes sociales por momentos de lectura, o de cualquier otro hobbie que no conlleve tecnologías. Esto te ayudará a relajarte, aprender cosas nuevas y evitar muchos dolores de cabeza de tantas horas de pantalla. 

Además, si quieres saber más del slow living puedes leer algún libro sobre el tema, como: Slow life de Helen Flix o Hygge: la felicidad en las pequeñas cosas de Meik Wiking.

SAL A LA NATURALEZA

Andar, y más si es por el campo o la playa, es un placer. Te ayuda a desconectar de la rapidez del día a día, de los ruidos, del estrés… Respirar aire fresco, conocer nuevos lugares y hacer algo de deporte aportará muchísimo a tu cuerpo y a tu mente. Aprovecha los días libres y un rato de cada día para pasear y mover el cuerpo.

¿Qué te parece este nuevo estilo de vida que nos vuelve al pasado? Nos encantará leer tus comentarios. Y si ya lo practicas cuéntanos cuales son tus rutinas y cambios que has introducido en tu vida.

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